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De los Asesinos de Ideas

Según Tú, ¿no eres?


Todos en alguna medida, somo asesinos de ideas, unos más y unos menos.

En mi experiencia haciendo coaching directivo / gerencial, he observado que es mucho muy frecuente que la mayoría de los directores y gerentes no tienen conciencia de su comportamiento como “Asesinos de ideas”.

Cuando les doy retroalimentación sobre este tema, es común que en una primera etapa lo nieguen, ya que su autopercepción es que son abiertos a las ideas y son buenos en escucha activa, entre otras competencias, y les resulta difícil creer que son unos verdaderos asesinos de ideas, incluso “asesinos en serie de ideas”.

La mayor parte de los directivos y gerentes con los que he colaborado, tienen muy baja conciencia de sus propios comportamientos y del impacto que tienen estos en sus equipos de trabajo e interlocutores.

También encuentro bastante común que tienen un alto optimismo sobre su Liderazgo, considerándolo de bueno a muy bueno.

Esto los lleva a cometer errores bastante graves en cuanto el óptimo aprovechamiento del “cerebro de obra” y talento de sus colaboradores.

En la escuela de “lean” existe el modelo de 8 desperdicios y es tajantemente claro que el mayor desperdicio en las organizaciones es el Talento Humano.

No aprovechamos los conocimientos, ideas, habilidades, creatividad y capacidad solucionadora de los colaboradores, estamos lejos de ello.

Perdemos recursos muy valiosos en este proceso de asesinar ideas de colaboradores y esto generalmente se traduce en “perder” mentalmente la energía de ellos. Un recurso valioso, escaso y muy relevante en los procesos de solución de problemas estratégicos, tácticos e incluso operativos.

Para efectos prácticos, pagamos el cerebro de obra del personal y en muchos casos poco usamos ese recurso. No solamente no se usa a su máximo potencial, en muchas ocasiones se desprecia, se menosprecia, se infra valora y se “castiga”.

El mensaje que se manda es: “No pienses”. “Yo sí sé, tú no”, así que: “omite tus opiniones recomendaciones, consejos y sugerencias”, “cállate y obedece”, “haz lo que digo y se solucionará el problema”.

Este mensaje se adhiere a la cultura y dinámica de trabajo de los equipos y da como resultado, entre otras muchas cosas: Baja moral, sensación de menosprecio y personal que mejor ya no opina ya que “para qué, si se va a terminar haciendo como tú (jefe) digas. Mejor me callo, escucho y hago lo que tú me digas”.

Por cierto, de ninguna forma sostengo que por el solo hecho de proponer una idea por parte de un colaborador, ésta debe tomarse en cuenta.

Lo que sostengo es que las ideas deben tomarse con respeto, escucharse, ponerlas en la balanza, incluirlas en la lista de opciones que se deben analizar.

El punto es que en muchos casos ni siquiera se pregunta a los colaboradores, incluidos los gerentes, ¿qué proponen?, ¿qué piensan, ¿qué opinan?, ¿qué harían?, ¿qué sugieren?, ¿cómo ven el problema?, etcétera.

En otros casos, al emitir una idea un colaborador, se menosprecia, incluso hay burlas explícitas o implícitas y son desechadas a la basura sin haber vivido lo suficiente para ser una opción.

Es simple, cuando en un equipo hay poca participación, la gente no habla, no aporta ideas, no se involucra, estamos ante un posible escenario de contexto de “Asesinato de Ideas”.

No es que no piensen, es que ya no quieren hablar, ni aportar, así de simple, así de fácil.


Los riesgos de esta dinámica son muy altos, entre ellos:

  1. No necesariamente creen en “tus soluciones”.

  2. Al no creer en ellas, hay una tendencia a no destinar un alto nivel de energía y compromiso a su ejecución.

  3. Incluso, en muchos casos, van a sabotear “tus soluciones”.

  4. Como quiera, en caso de que no sean “soluciones exitosas”, tú serás el responsable del resultado. “Hice lo que me dijiste y, que pena, no funcionó”.

  5. En cualquier caso, estamos creando una cultura de “enanos mentales”, colaboradores poco comprometidos en la búsqueda activa de soluciones.

  6. Estamos creando una cultura de apatía, de baja moral, de baja motivación, de baja involucración.

  7. Al asesinar ideas de los colaboradores, antes de ser evaluadas de manera lo más objetiva posible, la gente se siente frustrada y eso los lleva a una espiral de menor participación e involucración en los procesos de solución de problemas, particularmente en la toma de decisiones.

  8. En caso de tener “éxito” las soluciones, es obvio que los colaboradores no lo sentirán como propio y difícilmente van a generar alto nivel de satisfacción.

  9. Se crean reuniones de trabajo “áridas”, es decir, con poca o nula participación. Altos niveles de acuerdo con el líder, pocas diferencias entre los miembros, poco conflicto y pocas ideas con las que hay que trabajar. “Cultura Árida de Talento”.

  10. En casos más extremos, se perderá literalmente a colaboradores valiosos. Se irán a organizaciones donde se sientan escuchados, involucrados, más motivados e integrados a los procesos de solución de problemas que atañen directo a sus responsabilidades.

En un próximo blog, abordaré las causas más comunes que dan origen a los Asesinos y asesinatos de ideas.

Flavio Ruiz

Monterrey, Nuevo León. México

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