El Síndrome de Procusto.
- Flavio Ruiz
- hace 4 días
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¡Odian a quien destaca!

Cuando el liderazgo ataca y recorta Seres Humanos, para no sentirse amenazado.
¿Sabías que existe un síndrome denominado: El síndrome de Procusto?
Esto no es una metáfora elegante. Es una descripción cruda de una patología del poder.
Se utiliza en psicología, en análisis cultural y en estudios organizacionales para explicar patrones de conducta tóxicos que aparecen, sobre todo, en contextos de liderazgo, jerarquía y control.
No es raro. Es más común de lo que muchos quieren aceptar.
Origen del concepto.
El término proviene del mito griego de Procusto, un personaje que obligaba a sus víctimas a acostarse en una cama de hierro y entonces:
Si el cuerpo era más largo, cortaba las extremidades.
Si era más corto, lo estiraba hasta hacerlo encajar.
La metáfora es brutal, pero exacta:
Forzar a las personas a ajustarse a un molde, obvio al del jefe, aunque para ello, haya que dañarlas.
Procusto no cambiaba la cama: Destruía al huésped.
El síndrome de Procusto en el liderazgo.
En el contexto del liderazgo, este síndrome describe un patrón psicológico caracterizado por:
Intolerancia profunda a las diferencias.
Amenaza constante ante el talento ajeno.
Necesidad obsesiva de uniformidad: “todos iguales a mi estilo”.
Uso del poder para recortar, neutralizar o invisibilizar a otros.
Mentalidad binaria: “o eres como yo, o eres mi enemigo”.
¡Yo estoy bien, por lo tanto, sé como YO!
¡O encajas en mi estrecha mente, o encajas en mi estrecha mente!
Cuando el jefe no ha trabajado su autoliderazgo, convierte a su equipo en el lugar donde descarga su inseguridad, sus miedos, sus traumas y sus egos.
Un jefe con síndrome de Procusto no desarrolla personas. Las aplasta hasta que no incomoden.
Rasgos típicos del líder procústeo:
Este tipo de líder suele:
Descalificar ideas brillantes que no controla.
Minimizar o sabotear a personas más capaces.
Premiar la obediencia, no el pensamiento.
Castigar la creatividad disfrazándola de “indisciplina”.
Rodearse de gente menos competente, para no verse expuesto.
Sentirse incómodo cuando alguien crece demasiado rápido.
Es un agresor silencioso, a veces, muy elegantemente agresor.
No le molesta el error, le molesta el contraste, lo diferente a él o a ella. Lo que no encaja con sus patrones estrechos de pensamiento. Por ello, es muy intolerante y obsesivo, para que todo encaje en su pequeño mundo.
El síndrome de Procusto en las organizaciones.
Cuando este patrón se instala, el daño en las organizaciones es profundo ocasionando:
Mediocridad institucional.
Fuga sistemática de talento.
Equipos sumisos, pero intelectualmente pobres.
Cultura del miedo y del “perfil bajo”.
Innovación bloqueada.
Liderazgos frágiles, defensivos y paranoicos.
La gente se siente muy incómoda con esas personas, pero no tienen conciencia de ello. Piensan que ellas están muy bien y los demás no.
Viven una verdad negada crónica y generalmente irreversible y en aumento.
Lectura psicológica profunda (la parte que incomoda).
El síndrome de Procusto suele estar asociado a:
Inseguridad estructural.
Identidad débil sostenida por el cargo.
Ego frágil que se protege atacando.
Necesidad patológica de control.
Baja función ejecutiva:
Pobre inhibición emocional,
Rigidez cognitiva,
Cero flexibilidad mental.
Eso no es de ninguna forma Liderazgo. Es Poder vil y corriente. No más.
Antítesis: el liderazgo NO procústeo.
Un líder Inteligente:
Se rodea de personas mejores que él.
Celebra la diferencia, en lugar de perseguirla.
Amplía el sistema, en lugar de recortar al individuo.
Desarrolla talento, en vez de aplanarlo.
Tolera la incomodidad de no ser el más brillante de la sala.
El líder inteligente no estandariza personas.
En cambio, diseña contextos donde cada uno puede crecer, sin pedir permiso.
Preguntas muy incómodas para Ti:

Para que te veas en tu espejo que NO sabe mentir, ¡no como el de la madrastra de Blanca nieves, la reina malvada!
¿A quién he frenado porque crecía más rápido que yo?
¿A quién he descalificado, sin argumentos técnicos reales?
¿Qué talento se fue… y por qué nunca regresó?
¿Premio resultados, o premio obediencia?
¿Escucho ideas, o solo tolero las que refuerzan las mías?
¿Me rodeo de gente capaz, o de gente manejable?
¿Confundo “alineación” con sumisión?
¿Mi equipo piensa… o solo ejecuta sin cuestionar?
¿Amplío el sistema o achico a las personas?
¿Mi liderazgo produce crecimiento o silencio?
¿Hago crecer a mis colaboradores?
¿Los empodero y los dejo tomar decisiones? O yo, solo yo, en mi inmenso narcisismo decide por todos y piensa por todos.
¿Me molesta la gente que no piensa y no es como Yo?
Si estas preguntas incomodan, probablemente no sea casualidad.
Reflexiones finales.
El síndrome de Procusto no destruye de inmediato: Erosiona lentamente.
Primero todos se quejan, generalmente a sus espaldas.
Luego todos se quejan en todos lados.
Segundo, se va el talento incómodo.
Luego se va la inteligencia colectiva.
Después, la organización o su área se queda sola…Creyendo que sigue siendo fuerte.
Un líder procústeo sobrevive un tiempo. Pero deja estructuras débiles, equipos rotos, colaboradores infelices y una cultura incapaz de adaptarse.
Porque cuando el liderazgo se convierte en una cama de hierro, la organización aprende a encogerse para no sufrir.
Y eso no es liderazgo.
Es profundo miedo y aterrador manejo del poder.
Pero hay final feliz, tarde a temprano, ¡los líderes procústeos se quedan solos!
Flavio Ruiz.
Diciembre 2025.

Flavio Ruiz.
Actualmente cursa su Doctorado en Filosofía con especialidad en Liderazgo Estratégico,
Consultor y consejero de Negocios, y Coach Directivo, con casi 40 años de experiencia ayudando a empresas a mejorar su rentabilidad y optimizar sus resultados estratégicos.
Como fundador de Inteligencia Organizacional Consultores, ha trabajado en Estados Unidos, México, América Latina y Europa con organizaciones de diversos sectores, impulsando la creación de culturas organizacionales inteligentes que maximizan el rendimiento, fortalecen el liderazgo y generan impacto directo en el crecimiento y la competitividad empresarial.
Su formación académica incluye una Licenciatura en Sociología, Maestría en Desarrollo Organizacional. Maestría en Administración con especialidad en Calidad, Integrando investigación académica y experiencia práctica para el desarrollo de líderes inteligentes y estratégicos.
Ha sido consultor y catedrático de alta dirección en el ITESM, profesor de maestría en la UDEM, consultor en la Facultad de Psicología de la UANL y profesor en diversas licenciaturas y maestrías, destacándose por su capacidad de diseñar estrategias personalizadas con aplicación inmediata en entornos reales.




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