El verdadero origen de la Inteligencia Emocional: lo que Goleman no inventó
- Flavio Ruiz
- hace 7 días
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Por Flavio Ruiz S.
Director de Inteligencia Organizacional. Consultores.
En 1990, dos psicólogos - Peter Salovey de Yale y John Mayer de la Universidad de New Hampshire - publicaron un artículo que sentó las bases de un nuevo tipo de inteligencia: la inteligencia emocional.
Su propuesta fue clara y revolucionaria: las emociones no solo acompañan al pensamiento, sino que son parte de la inteligencia misma. Así nació el modelo de habilidad emocional, estructurado, medible y con respaldo científico.
Cinco años más tarde, un periodista del New York Times llamado Daniel Goleman leyó aquel artículo, lo encontró fascinante y decidió llevar el concepto al gran público. Lo amplificó, lo mezcló con otros elementos como la empatía, la motivación y las habilidades sociales, y lo empaquetó en un libro que se volvió un éxito mundial. Pero en ese proceso, el modelo científico quedó relegado y el concepto original fue absorbido por la lógica del mercado: inspirar, motivar, vender.
Durante casi tres décadas, cientos de empresas han trabajado con un concepto de inteligencia emocional que no es el original. Un concepto útil, sí, pero también diluido, vago e impreciso. Hoy, más que nunca, es tiempo de volver a la fuente: al modelo serio, medible y entrenable que propusieron Salovey y Mayer. Porque liderar con inteligencia emocional no es repetir frases bonitas ni tener “buen trato”.
Es saber leer, usar, comprender y regular las emociones con inteligencia verdadera.
Durante años, empresas, coaches y líderes han repetido sin cuestionar que Daniel Goleman es el padre de la Inteligencia Emocional (IE).
Basta abrir cualquier presentación corporativa para ver su nombre al lado de conceptos como “liderazgo emocional” o “competencias blandas”.
Pero hay un problema: Goleman no inventó la inteligencia emocional. Ni la definió, ni la midió, ni la estructuró científicamente. Lo que sí hizo, y hay que reconocerlo, fue llevar un concepto académico ajeno al mundo empresarial al terreno de los libros más vendidos, las charlas TED y los programas de recursos humanos.
Pero la historia real es otra. Más rigurosa. Más potente. Y, sí, más ignorada.
Los verdaderos creadores: Salovey y Mayer (Yale, 1990).
Peter Salovey y John Mayer publicaron un artículo académico titulado "Emotional Intelligence". En él, propusieron una idea revolucionaria: que la inteligencia emocional debía ser entendida como una forma legítima de inteligencia, no como un rasgo de personalidad, ni como una moda pasajera.
Su definición era clara y científica:
“La inteligencia emocional es la capacidad para percibir, asimilar, comprender y regular las emociones propias y de los demás, y usar esta información para guiar el pensamiento y la acción.”
Años más tarde, refinaron su enfoque en un modelo estructurado de cuatro ramas, conocido como el Modelo de Habilidad de la Inteligencia Emocional:
Percepción emocional: captar con precisión las emociones en uno mismo y en otros.
Facilitación del pensamiento por la emoción: usar las emociones como guía para razonar mejor.
Comprensión emocional: entender los matices, causas y consecuencias de las emociones.
Regulación emocional: gestionar conscientemente los estados emocionales, propios y ajenos.
Este modelo se evaluó mediante pruebas psicométricas objetivas, como el MSCEIT (Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test), no con autoevaluaciones vagas.
Y luego llegó Goleman…
Cinco años después, en 1995, Daniel Goleman, periodista científico de The New York Times, leyó el artículo de Salovey y Mayer y lo utilizó como base para publicar su libro Emotional Intelligence. Pero en vez de conservar el modelo científico, lo adaptó a un enfoque popular, incorporando habilidades sociales, motivación, empatía, liderazgo y autocontrol… es decir, mezcló inteligencia emocional con rasgos de personalidad y competencias laborales.
No fue plagio, pero sí fue una apropiación conceptual que nunca dio suficiente crédito a sus fuentes. Y mientras el modelo original permanecía en revistas científicas, Goleman vendía millones de ejemplares con frases como “el coeficiente emocional es más importante que el coeficiente intelectual”.
¿Resultado? La versión científica fue eclipsada por la versión comercial.
¿Por qué importa la diferencia?
No estamos hablando del mismo tipo de modelo, aunque ambos lleven el mismo nombre.
El enfoque de Salovey y Mayer es científico, preciso y medible, mientras que el de Goleman es divulgativo, amplio y más popular en el mundo empresarial, pero mucho menos riguroso.
Aquí van las diferencias clave explicadas de forma simple:
Origen:
El modelo de Salovey y Mayer fue creado en 1990 dentro del campo de la psicología científica.
El de Goleman surgió en 1995, en un libro de divulgación basado en su trabajo como periodista científico.
Naturaleza del modelo:
Salovey y Mayer definieron la inteligencia emocional como una habilidad cognitiva específica que puede evaluarse y desarrollarse.
Goleman presentó un modelo mixto, que combina rasgos de personalidad, habilidades sociales y competencias laborales.
Evaluación:
El modelo original cuenta con una prueba validada llamada MSCEIT (Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test), que mide objetivamente las habilidades emocionales.
Goleman no desarrolló ninguna prueba formalmente validada para evaluar su versión de la inteligencia emocional.
Rigor científico:
El modelo de Salovey y Mayer ha sido estudiado, validado y refinado durante más de 30 años en entornos académicos y clínicos.
El modelo de Goleman es útil en el ámbito práctico, pero no tiene el mismo nivel de validación científica.
Aplicaciones:
Salovey y Mayer orientaron su trabajo hacia el desarrollo personal, la educación, la psicología clínica y la neurociencia.
Goleman, por su parte, dirigió su enfoque al mundo del liderazgo, la empresa y el desarrollo organizacional.
¿Y cuál es mejor?
El modelo de Salovey y Mayer es más preciso, más profundo y útil si realmente queremos desarrollar la inteligencia emocional en líderes, equipos y organizaciones.Porque no se trata de “ser empático” o “tener carisma”.
Se trata de habilidades cognitivas concretas que pueden entrenarse:
¿Sabes leer el estado emocional de tu equipo antes de una reunión clave?
¿Sabes cómo tu emoción afecta tu toma de decisiones bajo presión?
¿Puedes explicar cómo cambiaste de frustración a resignación?
¿Tienes estrategias claras para desactivar tu reacción emocional, antes de hablar?
Si la respuesta es no, lo que necesitas no es una charla inspiradora.
Lo que necesitas es desarrollar inteligencia emocional real. La de verdad. La que sí se puede medir y entrenar. No es magia. Es neuro cognición aplicada.
Conclusión: volver a la fuente.
Como formador, coach y/o consultor, tienes dos opciones:
Seguir repitiendo los slogans de Goleman.
Volver al modelo original y trabajar con evidencia, estructura y profundidad.
Yo elegí la segunda. Y cada día lo confirmo: los líderes que logran impacto emocional positivo en su entorno no son los que repiten frases bonitas. Son los que piensan con sus emociones y sienten con su inteligencia.
Monterrey, Nuevo León
Junio de 2025
Consultor y Consejero de Negocios y Coach Directivo con más de 36 años de experiencia ayudando a empresas a mejorar su rentabilidad y optimizar sus resultados estratégicos. Como fundador de Inteligencia Organizacional Consultores, ha trabajado en América Latina y Europa con organizaciones de diversos sectores, impulsando la creación de culturas organizacionales inteligentes que maximizan el rendimiento, fortalecen el liderazgo y generan impacto directo en el crecimiento y competitividad de las empresas.